sábado, 16 de mayo de 2020

La Construcción de Dios (I) y la Piedra Angular

Si un edificio construido lo vamos desinstalando paulatinamente nos quedamos con una unidad

Esa unidad es la que se conoce como piedra Angular o piedra Base y es la piedra que proyecta la construcción mencionada antes

Por este motivo, en las Iglesias Católicas los Altares son de Piedra. Porque la piedra Angular es JesúsCristo, y entonces todo el edificio, la Iglesia, se diseña, se proyecta y se construye en torno a este:

" Altar = Piedra Angular = JesúsCristo "



Y el resto de las Piedras, ¿Dónde están?

Pues el resto de las Piedras son los Santos y las Santas que son cientos, miles, millones de Personas que han pasado por esta vida haciendo el Bien y están Viv@s


Por esto las puertas del Infierno no prevaleceran sobre la Iglesia. Porque la muerte no puede retener la Vida (porque no es dueña de Ella), no le pertenece. No la puede Gobernar

Por lo tanto el Alma (sabiéndolo, ó sin saberlo) es quien decide:


Ó retorna a su Creador, ó no lo hace


La disposición de Dios, es la de Acogernos Siempre


en la siguiente publicación el presente texto continuará...


Referencias:
Catecismo de la Iglesia Católica pinche aquí

756 "También muchas veces A la Iglesia se la llama construcción de Dios (1 Co 3, 9). El Señor mismo se comparó a la piedra que desecharon los constructores, pero que se convirtió en la piedra angular (Mt 21, 42 par.; Cf. Hch 4, 11; 1 P 2, 7; Sal 118, 22). Los apóstoles construyen la Iglesia sobre ese fundamento (Cf. 1 Co 3, 11), que le da solidez y cohesión. Esta construcción recibe diversos nombres: casa de Dios: casa de Dios (1 Tim 3, 15) en la que habita su familia, habitación de Dios en el Espíritu (Ef 2, 19-22), tienda de Dios con los hombres (Ap 21, 3), y sobre todo, templo santo. Representado en los templos de piedra, los Padres cantan sus alabanzas, y la liturgia, con razón, lo compara a la ciudad santa, a la nueva Jerusalén. En ella, en efecto, nosotros como piedras vivas entramos en su construcción en este mundo (Cf. 1 P 2, 5). San Juan ve en el mundo renovado bajar del cielo, de junto a Dios, esta ciudad santa arreglada como una esposa embellecidas para su esposo (Ap 21, 1-2)".